Dónde encontrar el camino

Hay que empezar de nuevo a caminar por un sendero como alguno de los que otrora ya tomamos...

Publicado en la revista Cuadernos de Encuentro, de otoño de 2023. Editado por el Club de Opinión Encuentros. Ver portada de Cuadernos en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.

Dónde encontrar el camino

Una vez más, sin temor, sin complejos, con ánimo de trabajo, hay que empezar de nuevo a caminar por un sendero como alguno de los que otrora ya tomamos. Aunque sin duda modificado, actualizado, pues los tiempos cambian. Incorporando en el macuto todo lo que el correr de los años haya aportado y sea útil, tal como el avance de la técnica, el perfeccionamiento real y válido de los más diversos elementos que son útiles para el hombre y son dignos de tener en consideración. Y, lógicamente, dejando atrás las provocativas aportaciones de quienes se han empeñado en un progreso destructivo, alejado de las constantes que recibiéramos al nacer, ideado por mentes retorcidas con deseos de convertir al hombre, a la mujer, en algo que se aleja de lo que produjo el Creador, haciendo mal uso y abuso de la libertad que nos colgaron a cada cual ya en el seno materno.

En estos momentos nos hallamos en una encrucijada confusa, pues no sabemos cuál va a ser nuestro destino, el de España, quién apuntará lo que hemos de hacer, de qué forma se empeñará en cómo hemos de vivir, cuál será la forma de presentarnos qué es lo bueno y qué lo malo, si podemos rezar mirando a la Cruz allá donde se encuentre o pretenderá que dinamitemos todas las que hallemos por el camino. Todo es confuso pues ya han plantado unos hechos, unas leyes, que, justamente, van en contra de lo que, desde nuestro juicio, debieran ser. Y habría que empezar limpiando toda esa porquería que tenemos a la puerta de casa.

Estos cambios son el problema que, junto con otros valores lícitos, aporta la democracia. Aunque, según nos cantan habitualmente por valles y montañas la canción de que la democracia es el mejor sistema de gobernar un país, y de alguna forma admitimos la posibilidad de que sea así, lo cierto es que en ese sistema de gobierno se producen incorrecciones de todo tipo por todos los lugares de la Tierra, siendo fácil el contubernio por aquello de que la libertad tiene numerosas interpretaciones, y cada quién la acomoda a sus deseos, a sus modos de ser, a lo que su mente valora como deseable. Porque no dejan de ser dominadas por los ambiciosos, los poderosos, los soberbios, los que quieren cambiar el mundo, los que controlan este o el otro partido político, los que carecen de todo pudor y honestidad y buscan el enriquecimiento y, en resumen, en ellos se da el dominio de los que creen que son los más adecuado para llevar la majada, sin tener en cuenta opiniones distintas, mejores planteamientos, sentires diversos de quienes ofrecen soluciones disímiles.

En España podemos encontrar percheros de todo tipo donde se amontonan piezas de lo más variado, a veces las mejores, las más documentadas, las más formadas en cada una de las especies, las que se ajustan con mayor soltura a los elementos que las han de disfrutar de por vida. Pero, por la misma razón de que el pensamiento es diverso, también nos encontramos no a los mejores y más formados, sino, en muchas ocasiones, a los indocumentados y ansiosos, a los ideólogos con auto estampación en la frente que son seguidos incondicionalmente por los pobres de espíritu que ven en ellos un mesías que les dará todo lo que creen merecer. Se aprecia en el gobierno de la nación y en una simple reunión de amigos. Y de ahí sale lo que vemos; los menos siguen obcecados a los flautistas que les insuflan lo que desean oír sin valorar si las notas responden a las de la partitura que ansían escuchar; y los más habilidosos demuestran su programa y, libres de escrúpulos presentan lo sucio como limpio, lo despreciable como lo deseable, lo ansiado personalmente como aquello que van a recibir todos los partidarios, presentando un idílico paisaje que, en la realidad, no depone de ser una nube tormentosa que dejará caer sus raudales de agua igual sobre los gregarios que sobre los que lo temían cuando miraban al cielo con precaución y recelo.

En estos momentos la solución de la incógnita se encuentra en los poderes que esconde el arcano: si la balanza se inclinará por el platillo donde la pesa ofrece un nuevo tiempo, claro, limpio, prometedor de misericordias y buenas andanzas, o se ladeará por el platillo en el que la pesa opuesta se presenta sucia, maloliente, tumbada en lugar de adoptar una postura bien erguida. Porque, como decía Enrique Jardiel Poncela, «los políticos son como los cines de barrio, primero hacen entrar y después te cambian el programa». Y estamos sometidos a los políticos que creen estar en posesión de la verdad, de una verdad que es suya y que van ajustando a las necesidades para conseguir la victoria que persiguen, bien apoyada en una creencia bien en una ambición, o bajo las dos condiciones.




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